miércoles, 4 de diciembre de 2013

Superheroína con súper-vergüenza

¿Quién me iba a decir a mí que sería capaz, yo, de salir de casa disfrazada de batman? Lo cierto es que días antes de hacerlo me aterraba el hecho de pensarlo... ¡y ahora me divierte!

En el momento en el que el profesor de filosofía planteó la actividad de asistir a clase con un disfraz sentí nervios, pues con solo imaginármelo podía tener la misma sensación o parecida a la que tendría si lo hiciera... pero, de algún modo, no pude evitar decir que sí. Se me plantearon mogollón de dudas; ¿cómo vas a hacer eso?, ¿te atreves verdaderamente, o es lo que quieres creer?, ¿qué pensarán de mi?, ¿se reirán?, ¿cómo me sentiré?... Pero pensé que tal vez no habría mejor respuesta que comprobarlo por mí misma.


Y así lo hice. Llegó el día. De hecho, fui la primera de la clase en disfrazarse...
Desperté un bonito día de otoño y me dispuse a pasar un día fuera de lo normal, pero sobre todo con la mentalidad de disfrutar de la experiencia y de pasármelo en grande.

Al llegar a clase no me lo pensé dos veces y preferí entrar del tirón, sin dudarlo, porque de haberlo hecho me habría ido a mi casa... Mis compañeros de clase se rieron, tal vez conmigo, tal vez de mí... Pero no me afectó negativamente. Por el contrario me gustó que se lo pasaran tan bien, sobre todo porque al ser yo la primera me quedaría un mes entero para reírme yo de ellos. Y así ha sido.
La mañana no fue tan dura como creía que sería; al empezar cada clase la gente se percataba de que batman estaba allí dentro, pero a los cinco o diez minutos se acostumbraban y la sensación que tenía era la misma que podría haber tenido si hubiese estado allí vestida con ropa casual.

Ha sido una experiencia muy fuerte para mí pues me considero una persona extremadamente vergonzosa en muchos ámbitos, y el de ir a clase disfrazada no deja de ser uno. He comprendido que hay situaciones en las que planteamos una acción como algo muy grave y nos echamos para atrás desconfiando de nosotros mismos, pero solo cuando lo haces te percatas de que, en realidad, nada es para tanto.

Muchas gracias a aquellas personas que se han reído conmigo, y sobre todo a las que se han reído de mi, porque después de todo eso,... ¡¡¡me da igual!!!

1 comentario:

  1. Hola :) Te felicito por asumir esta experiencia a pesar de los miedos que sentías, lo considero un acto muy valiente, y me alegra que al final te dieras cuenta de tu confianza y de que no es para tanto. A mí también me pasaba eso que dices de que a veces olvidabas que ibas disfrazada. Es curioso, ¿verdad? Tanto miedo al principio para luego llegar incluso a olvidarlo.

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